1er día de
playa.
Amanece el
día nublado y gris aunque con buena temperatura. El mar a las nueve
y media de la mañana está desierto, doy fe de ello con unas fotos.
Ni un solo parasol está abierto esperando que el sol lo invada para
poder ofrecernos su sombra generosamente.
Estamos en
la playa hasta las once como todos los días. Me gusta bajar a la
playa cuando nadie me molesta, puede parecer egoísta por mi parte,
pero he llegado a una edad en que me gusta disfrutar de la comodidad
que me otorga la veteranía. Últimamente me molestan las
aglomeraciones, así que prefiero madrugar y en cuanto empieza a
llegar la gente con los niños, los abuelos y los perros; una
servidora se quita de en medio.
2º día de
playa
Por fin
amanece un día de sol espléndido, o no tanto jajaja. Son tantas las
ganas de tener un radiante día de sol que no me fijo en las nubes
que amenazan en lontananza. Como siempre llegamos temprano, plantamos
la silla, el parasol y la toalla. El parasol será por poco rato,
hace un viento bastante desagradable y parece que va en aumento.
Tanto que en unos momentos la sensación es de que estamos en Tarifa
(mi marido dice que soy muy exagerada), las olas son tan enormes que
se podría hacer surf. Hemos decidido que caminaremos, haremos un
poco de ejercicio y que las olas laman nuestras doloridas piernas con
su agradable masaje. Hace unos años los ayuntamientos arrebataron
unos cuantos metros al mar, ahora es el mar el que se quiere cobrar
la deuda. Antiguamente era una cala estupenda a la que tan solo
acudíamos los vecinos, con las supuestas “mejoras” unieron
varias calas, las cuales dieron paso a una playa larga y enorme que
unía varios pueblitos de la costa tarraconense. Ahora el mar se
quiere cobrar lo que es suyo, poco a poco se va llevando las
toneladas de arena que le sustrajeron y empiezan a asomar las rocas
que daban acceso a las calas. De momento se ha quedado en la mitad y
salen algunas de las rocas en que nos sentábamos otrora en las
soleadas mañanas, muy frecuentes en el invierno mediterráneo, a
leer y ver como los niños jugaban en la arena.
3er día de
playa
Imposible
bañarse. La noche trajo consigo una tormenta espantosa. Pasamos casi
dos horas sin luz y eso que dicen que estamos en el siglo XXI. Nos
acostamos temprano ¿qué otra cosa se puede hacer en la más
absoluta oscuridad? Bueno, aparte de eso que estáis pensando y que
en mi caso como diría el ínclito y ex venerable Pujol “Hoy no
toca”
Bajar hemos
bajado a la playa. Pensábamos cuanto menos caminar, de bañarnos
desde luego nada de nada. El oleaje era cada vez más fuerte, así
que caminaremos, nos hemos dicho. Y así a sido, hemos tomado playa
arriba y al llegar a una punta hemos vuelto playa abajo. Por un
momento hemos parado a contemplar el oleaje que ha pensado que le
teníamos miedo al agua y ha decidido que no hacía falta que
entrásemos en el mar, por si mismo se ha encargado de enviarnos una
ola tan grande y furiosa que prácticamente nos ha engullido. Sin
necesidad de meterme en el agua he tragado agua salada y con sabor a
pescado podrido, ya que el oleaje de la noche había arrastrado
infinidad de algas, piedras y suciedad de todo tipo. He de reconocer
que ha sido divertido, nos hemos reído como hacía tiempo.
Toda la
tarde lloviendo.
4º día de
playa
vuelve a
amanecer un día nublado, pero a diferencia de los anteriores, hoy
hace frío. Como buenos comerciantes han sacado ropas de abrigo a los
escaparates.
Hemos
decidido hacer turismo, como todos los años hemos ido a pasar el día
a El Roc de san Gaietá, un sitio precioso. Es un pueblo enclavado
en una roca que sobresale por encima del mar. Sus callejuelas son
angostas y está cerrado al tráfico, bueno es que lo único que
podría circular por sus calles sería una bicicleta. Como he dicho
hace frío, llevaba un foulard en el cuello y con él me he
confeccionado una especie de blusa, arcaica pero con buen resultado,
anudando los cuatro picos, he pasado los brazos por los nudos y me he
cubierto con ello la piel de gallina que el aire y la llovizna me
ponían.
Por la tarde
hemos paseado por El Vendrell, hemos visitado la librería de
siempre. Este año con la crisis tan solo hemos comprado un libro
(otros años no bajaban de cuatro o cinco), yo me entretengo
corrigiendo el mío. Por fin lo terminé pero claro está ahora toca
pulir muchas cosas.
5º día de
playa
Por fin un
día de sol espléndido, bajamos a la playa y nos encontramos el
eterno problema de estos días. La playa va recuperando poco a poco
su espacio y las tormentas de estos días pasados la han ayudado en
su tarea. Los ayuntamientos quieren ganancias y no se dan cuenta que
la naturaleza es generosa pero hasta cierto punto. Los metros
recuperados han hecho un corte en la arena y es prácticamente
imposible llegar al agua sin rodar para podre salvar el escalón que
se ha formado. Otro impedimento son las toneladas de algas acumuladas
con su asqueroso aspecto y nauseabundo olor. ¿qué ha sido de mi
playita? Aquella cala que hace veinte años me enamoró ha dejado
paso a un vertedero, no todo son algas, para aumentar la playa
tiraron cantidades industriales de piedras que ahora al faltar la
arena destrozan los pies de los bañistas.
Mañana si
luce el sol nos iremos a bañar al Roc, menudo negocio. Te compras un
apartamento al lado de la playa y tienes que coger el coche para ir a
la de al lado porque en la tuya es imposible bañarse.
6º día de
playa
Los
amaneceres están siendo igual todos los días; nublado , viento y
ambiente desapacible.
Hoy nos
hemos decidido a ir al Roc a la playa. Por lo menos en esa playa no
hay piedras para entrar al agua. El problema esta vez ha sido el
viento que remueve el oleaje de mala manera. A consecuencia del
dichoso viento hay mucho oleaje y esta revuelta y sucia. No tan sucia
como en El Francas, pero desagradable al fin y al cabo.
La cala de
el Roc es preciosa, me recuerda mucho la cala que teníamos antes de
que al ayuntamiento le diera por hacer sus experimentos. La arena
sigue siendo fina y agradable al tacto de los pies, caminar es un
lujo por ella.
Internándose
en el mar hay unas rocas estupendas para sentarse a leer mientras el
agua masajea las piernas y las vistas son excelentes. Me parece
retroceder veinte años atrás a los primeros años en que teníamos
una cala casi particular, siento que vuelvo a estar en mi playa.
La nota
trágica la puso un accidente. Al volver a casa nos encontramos con
un triste accidente de tráfico, un coche se había empotrado debajo
de un camión, en las noticias dijeron que el conductor del vehículo
había resultado muerto. He estado toda la tarde con las imágenes en
mi retina D.E.P.
7º día de
playa
Bueno
dejémoslo en día jajaja. La playa ni verla. Como ya es habitual
amanece nublado, así que hemos ido a comprar carne y sardinas y
haremos una barbacoa. De alguna manera hay que pasar el tiempo.
8º día de
playa
Seguimos
igual con la variante de que ha bajado la temperatura. Son las cinco
de la tarde y en todo el día no ha asomado ni un rayito de sol, loa
chaqueta me la quito y me la pongo. Estoy en el porche redactando
este diario y según como me viene el aire se me pone piel de
gallina, entonces me pongo la chaqueta por los hombros hasta que al
momento me da calor y la tengo que quitar. Está siendo un verano de
locos. Aunque parezca mentira casi echo de menos mi rutina del día a
día. Sin poder ir a la playa pasamos el día entre pinturas y
limpieza a fondo del apartamento, paseos al atardecer y poco más, en
cierto modo es aburrido. Sin conexión a internet ni watssap estoy
completamente desconectada. Al principio muy bien pero después de
casi dos semanas echo de menos a mis amigas, a mis clientas y los dos
capítulos de Outlander que me esperan cuando llegue a casa. He
vuelto a leer el libro, así aunque la serie sea en inglés puedo
seguirla perfectamente y lo cierto es que después de ver como cinco
veces el primer capítulo tengo mono de más. Jamie está genial, tal
como lo imaginaba cuando leía la novela, adorable.
9º día de
playa
Sencillamente
no hay playa. En las noticias han dicho que a partir de la semana que
viene vuelve el verano... genial, el lunes empiezo a trabajar.
A la una de
la tarde sigue nubladísimo, tan solo uno de los vecinos se atreve a
darse su chapuzón diario, llega de la playa y se ducha en las duchas
con un agua que clama el cielo de lo fría que está.
10º día de
playa
Resignación,
es la única palabra que se me viene a la cabeza. En las noticias lo
único que dicen es que se avecinan más lluvias. Esta noche ha sido
espantosa, llovía de forma torrencial. Me he levantado de la cama a
las tres de la mañana para bajar el toldo, cerrar la ventana y
arrimar la mesa y las sillas a la pared, la cortina de agua que caía
era impresionante... otro día más sin playa que h'i farem.
Esperando que lleguen los chicos, como quieran ir a la playa a lo
mejor se arrepienten y no vienen debido al mal tiempo. A ver que
deciden.
11º día de playa
Llegaron los chico y llegaron para quedarse, con tantos en casa tampoco podemos ir a la playa
parece de locos, pero hoy hace sol. Ya da igual mañana nos volvemos para casa, las vacaciones se han acabado. Espero que los días que estén los chicos (léase hijo y nuera) por lo menos disfruten del sol que a mi se me ha negado en rotundo.
Habrá que esperar al año que viene.
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