viernes, 29 de octubre de 2021

Sala de autopsias

 

No sé qué estoy haciendo aquí. Este lugar es horrible, frío y aséptico. Debería estar en mi casa escribiendo el relato para el taller de Enrique y, sin embargo, siento un frío que me sube por la espalda y que no puedo controlar. El caso es que es un frío raro, como el color de las baldosas que cubren la pared. Unas baldosas blancas, cuyas rayas están oscurecidas de toda la sangre y otros fluidos que caen a diario sobre ellas. Quizá sea por la mortecina iluminación que las veo así. Definitivamente este sitio es horrible, los fluorescentes que cuelgan del techo generan una luz blanca y brillante mientras que de vez en cuando alguno emite molestos zumbidos y el del fondo que nunca acaba de encenderse le dan a la sala el aspecto de importar poco lo que hay aquí.

Aquí sólo hay acero inoxidable y baldosas blancas, como en cualquier hospital de cualquier ciudad. Bueno, ahora ya no son tan feas, pero me ha tocado un hospital viejo y decrépito con el equipamiento entre la edad media y el futuro lejano.

No contentos con esa luz de fluorescente unos blancos y otros amarillentos, que venga mantenimiento, por favor, sobre mí alguien ha puesto un foco que se dirige hacia donde necesita el patólogo. Querrán contarme los lunares. Qué chiste más malo, por favor. Que alguien me despierte de este sueño que ya me quiero ir a mi casa, como broma ya valió.

¡Qué viene por aquí!, sobre un pijama verde un delantal blanco, de plástico, lleno de manchas rojas, diría que es sangre, se acerca por el otro lado de la mesa en la que me tienen y de la que no me puedo mover. No lo entiendo, ya no tengo frío, ahora siento que están a punto de hacer algo que intuyo que no me va a gustar. Arrrggg, ¡Oiga! Qué eso es mi pecho. ¿Pues no se ha puesto a serrarme el esternón? Esa sierra da mucha grima. Y ese grifo que hay sobre la mesa de autopsias soltando agua todo el rato… ¿He dicho autopsias? Sigo sin saber qué hago aquí. ¡Ah! Creo que ya lo sé, estamos rodando un capítulo de la serie BONES ¡Qué buena serie! Muy realista, y si no que me lo digan a mí. Tan realista que acaban de sacarme el hígado, parece que lo tengo un poco graso, y el que hace de patólogo se lo ha dado al ayudante para que lo pese en la báscula que cuelga del techo, y ¡mira que chula!, envía los datos directamente al ordenador que hay en la pared del fondo.

Ahora parece ser que me quieren abrir el cráneo, directamente como lo cuento. Me estoy inquietando un poco más de lo que ya lo estaba, pero todo sea por la ciencia. Con una sierra circular me están serrando la bóveda craneal. ¡Dios mío!, parece que estoy en una carpintería, me han separado la bóveda con un escoplo y la levantan con el extremo ganchudo de un martillo. Los líquidos escurren a través de los desagües de la mesa de autopsias desprendiendo un olor de lo más nauseabundo, supongo que para eso el chorro de agua casi constante que va cayendo sobre mí. Ahora entiendo que me tuvieran en ese enorme refrigerador acompañado de otros como yo. Sí, un refrigerador como ese que sale en todas las películas policiacas en las que hay que identificar algún cadáver… pues sí, me acabo de dar cuenta que el cadáver soy yo…

No parece que esté en ningún set de grabación, estoy muerto y muy muerto.

Mi alma, o como la quieras llamar, acaba de salir de mi cuerpo y se está dirigiendo hacia la luz, esa luz que dicen que todos vemos a la hora de partir. Doy fe que así es.




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