Hoy es un día de esos en que me lo pasaría leyendo entero, el cielo está plomizo, gris, amenazante y habrá quien diga que el día está feo, a mi personalmente me encantan estos días.
Aunque sea temprano por la mañana, sentarte con una taza de humeante café y el libro apetecido, acorde con la ocasión es sublime.
Mi biblioteca está compuesta por más de tres mil títulos, tengo como doscientos por leer y una lista interminable de los que tengo que comprar, porque eso sí, en un momento u otro los voy a leer, mi casa es pequeña pero a los libros siempre se les hace hueco, con ellos lloro, río, me enamoro y desenamoro, viajo, es decir, es mi compañero fiel, el que no me defrauda, siempre me da lo que le pido sin pedir nada a cambio.
El día que por algún motivo superior a mí, no puedo coger alguno, parece que me miran, esperan que los mime, que los acaricie.
Cuando por fin lo hago me lo agradecen con su infinita sabiduría, los adoro y creo que es mutuo.
Personalmente me gustan los libros que tienen vida, una librería en que están todos nuevos, como de adorno, me da mucha pena, los libros tienen alma y si los mimas te dan todo su corazón, cuando los olvidas en un estante se sienten tristes y buscan otra familia adoptiva, que les de un poco del cariño que se merecen.
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